jueves, 8 de enero de 2015

Todo es relativo, menos la indecencia.


    Los asesinatos de ayer en la redacción de la revista satírica Charlie Hebdo y alrededores nos han golpeado a todos/as, han removido algunas conciencias y han generado reacciones de todo tipo.

    Oímos hablar del asesinato de periodistas, así, en genérico, como si todos fueran iguales y corrieran el mismo riesgo. Como si fuera lo mismo un vocero del poder que un periodista profundamente comprometido con una ideología política, de izquierdas y laicista. Y no, no lo es ni se parece.


    Oímos hablar de defensa de la libertad de expresión a los mismos que la amordazan mediante leyes fascistas.

    Oímos hablar de los peligros del fundamentalismo islámico a quienes imponen el fundamentalismo católico, funden religión y estado al más puro estilo medieval y entregan la educación de nuestras niñas y niños a la jerarquía de la Iglesia Católica.

    Oímos hablar de lo bárbaro que resulta matar a seres humanos en "defensa" de una religión a los mismos que siguen sin condenar la traición a la soberanía popular y el genocidio franquista en "defensa" del nacionalcatolicismo.

    Oímos hablar de la lacra del terrorismo a los mismos que contribuyen a crear, entrenar y armar a organizaciones terroristas en función de sus intereses más bastardos.

    Parece que todo es relativo, que todo depende del color del cristal con que se mira. La indecencia no, la indecencia se nos presenta como un valor absoluto sin nada o casi nada, sin nadie o casi nadie, que de una vez por todas anteponga la verdad a las versiones oficiales. Por eso es especialmente triste la pérdida de once valientes.


Javier Sánchez-Mota.
Aujourd´hui, je suis Charlie.

Desde el barbecho.

  Pasaron. Es un hecho.   Cualquier sociedad es la consecuencia de su propia historia y la española no es una excepción. La sociedad españ...