martes, 19 de agosto de 2014

¿Traer la República? ¿Desde dónde?

 
   No soy politólogo ni economista ni siquiera tengo pelazo. Soy un simple aficionado sin títulos ni mochilas. Soy un ciudadano y por tanto hablo de la gestión de lo público con la única autoridad de quien habla de lo que es suyo, que ya me parece más que suficiente. Desde esta posición me llama la atención el hecho de que la mayoría de los textos reivindicativos de la república como forma de Estado hablan de traerla, de hacer que venga o que llegue y me pregunto desde dónde debe llegar, ¿existe una fábrica de estados sociales y democráticos? Y, si existe, ¿tienen tienda por Internet?
 
   Incluso las/os republicanas/os adoptamos actitudes de súbditas/os, esperamos que la solución de nuestros problemas nos llegue desde otra dimensión, ni siquiera conocida. Parece que sólo nos compete llamarla y esperar a que llegue, como el que llama a un ascensor o a un taxi. Desde mi humilde, aunque autorizadísima, posición digo ¡no! Cualquier cosa que nos llegue sin que la hayamos construido irá en nuestra contra con absoluta seguridad, porque lo importante no es la forma que adopte el poder sino quiénes lo ejerzan. No llamemos a la república, no la deseemos, construyámosla desde hoy mismo.
 
   Don Manuel Azaña dijo: "Quiero republicanos para la República" y en ésas seguimos. Republicana es una persona que asume su dimensión política, que no la delega, que exige y participa. Una república para nosotras/os pero sin nosotras/os será una nueva capa de maquillaje a la misma dictadura de la oligarquía que se instauró con el poder de las armas y se mantiene con el poder del capital. Si realmente queremos un cambio profundo, renunciemos desde ya a que nos traigan nada, empecemos a construirlo.
 
   Somos muchas/os quienes creemos en la necesidad de basar el funcionamiento del Estado en la democracia participativa. ¿Es razonable esperar a que los poderosos decidan darnos voz y voto? Yo diría que no, que la democracia es una forma de vida, no un bien que alguien nos deba conceder. Comencemos a vivir como ciudadanas/os, a informarnos, a decidir, a asociarnos y a participar, en principio en el nivel que podamos, porque de forma natural cuando un nivel se nos quede pequeño nos lanzaremos a la conquista del siguiente. Las cosas importantes y duraderas se construyen de abajo a arriba, no al revés.
 
 
   También unas/os cuantas/os creemos en una democracia representativa como complemento de la participativa. Creemos en la importancia de los partidos políticos como vehículo de las ideologías, como talleres de debate que aporten ideas para una sociedad justa, fraterna y sostenible. Una mirada al panorama político actual hace que se nos caigan los palos del sombrajo, ¿qué clase de cesto nos saldría con semejantes mimbres? Partidos vendidos a la oligarquía financiera, partidos presa de urgencias electoralistas que no ven el bosque porque no paran de darse cabezazos contra el mismo árbol, organizaciones "anti" de las que sabemos lo que no quieren pero ni idea de lo que proponen. ¿Os imagináis unas elecciones a Asamblea Constituyente mañana o dentro de unos meses? De llorar, sí.
   Necesitamos partidos y sindicatos capaces de articular a la ciudadanía en la labor de transformar la sociedad. Toda transformación requiere un sujeto de la misma. Podemos apostar por la confluencia desideologizada en el descontento o por la confluencia sobre propuestas de mínimos. Yo apuesto por la segunda, pero para eso necesitamos partidos con propuestas claras, sin dobleces. Un partido que trata de englobar desde personas "social-liberales" a anticapitalistas sólo logrará el desconcierto y la desconfianza tanto de unas como de otras, pasando por las de en medio. Un sindicato debe preocuparse por las condiciones laborales no por la estabilidad del capitalismo. Las cosas claras como primer escalón imprescindible, es difícil empezar a trabajar en la Constitución de la III República Española partiendo del "ya veremos luego".
 
   En lo económico, no conozco mayor utopía que la que propugna una sociedad justa bajo el yugo del capital. Superar el capitalismo explotador no es cuestión de ideologías ni es más utópico que mantenerlo sin caer en el colapso, es simple cuestión de defensa propia unida al más genuino sentido común. Ya hay personas trabajando en alternativas (cooperativas, iniciativas de consumo responsable y colaborativo, iniciativas de distribución de proximidad, etc), apoyémosles, aprendamos de ellas y si pensamos que algo es mejorable, adelante.
 
   En lo social nos encontramos quizás el mayor de los retos, sustituir las inercias y principios del capitalismo por los del bien común. Consumir para cubrir nuestras necesidades y nuestros deseos, no para perpetuar el modelo capitalista de consumo compulsivo. Dejar de ser espectadores de nuestra propia vida, de dejar a su suerte a nuestras/os niñas/os, de limitarnos a seguir los dictados de la "tele". Es necesario empezar a difundir valores como la responsabilidad, la participación y la solidaridad y, si una imagen vale más que mil palabras, un ejemplo vale más que mil imágenes.

   Hay mucho trabajo por hacer. Tenemos que desprendernos de visiones finalistas, dejar de pelear por el color de las papeleras de nuestra sociedad ideal, y empezar a plantar cimientos sólidos. No me sirve de nada la proclamación de una república dentro de unos meses si nace de rodillas ante el capital. Como dijo Don Manuel, reclutemos a republicanas/os para la República.


   Salud y República.

  

Desde el barbecho.

  Pasaron. Es un hecho.   Cualquier sociedad es la consecuencia de su propia historia y la española no es una excepción. La sociedad españ...